miércoles, 16 de julio de 2014

"Las insoportables" y tía Raquel.


"Las insoportables" y tía Raquel.

Marcos Ezequiel Hillebrand.
shaquerla.blogspot.com.ar

Quién sino yo pudiese haber visto en esos rostros tal desilusión. Esa carta, que en medio de una confesión espantosa empalma lo acontecido con detalle, les aterraba. Además de taparse la boca, la mamá de Gonzalo se tocaba la frente y secaba el sudor con el pañuelo humedecido, me observaba y buscaba alguna explicación que yo no podría darle jamás. ¿Quién sino yo? Nadie, era el único delante de esos rostros agonizantes. Y la mamá de Lucio, de espaldas a tía Raquel y la mamá de Gonzalo, y sobre todo de espaldas a la carta desplegada sobre el escritorio, observaba fijo el pasto mojado por el rocío de la noche anterior. El sol apenas comenzaba a asomar y la lámpara hacía nuestra luz, y a las sombras de las ojeras de tía Raquel, que me observaba ya no como una tía sino como desconocida. Como si yo viniese a traerles de la muerte la carta de sus hijos fallecidos, de aquellos niños juguetones que tantos trenes habían visto pasar y en tantos otros habían viajado. Y yo que siempre había ido con ellos, ahora estaba en casa de Papá olvidando que sus rostros eran tan exagerados como llorar de bronca por la felicidad de sus primogénitos, que ahora después de tantos trenes se tomarían un avión y olvidarían a sus madres. Esas madres felices de tenerlos cerca y acurrucados bajo el manto maternal insoportable, ay Olga, ay Silvina. Madres tristes de verlos nacer de nuevo en otro lugar del mundo, olvidando aquellas torturas en las que a la hora de la siesta le prohibían rigurosas el salir a jugar al patio y obligaban dormir hasta las cuatro de la tarde. 
Raquel se fue de la sala y las esperó en el auto. Yo me comí la bronca, les obligué marcharse con la mirada y recordé que al llegar les dije "tías", como cuando les tenía más cariño, a esas madres que repudiaban con celo y entre ellas se culpaban la desdicha en "tan linda amistad la de Lucio y Gonzalo". "¿Qué habrá hecho que terminaran así? Bien machitos que eran", repetía tía Raquel. Y yo aún me pregunto qué diría Raquel del primo Martín, aquel hijito soñado de tía, si se enterase... Solo pude reírme, y pensar que al llegar les dije tías.

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