Esto es como para contar, porque nunca me pasó.
Con ella nos entregamos a la intemperie de la noche fría, un rato al menos,
porque después nos encanta abrazarnos y frotar nuestros abrigos, y nuestras pieles.
Y así, con la piel fría nos gusta querernos...
Por eso nos gusta el frío un poco.
Pero no el frío en calendario, el frío en presencia, y en esencia un poco menos,
porque nos gusta saber que nos ayudamos, que nos calentamos.
Nos gusta saber que nuestras pieles se extrañan.
Y por eso es como para contar, porque a mi nunca me pasó,
que la piel me pida desconocerme y buscarla,
para poder unirse de nuevo a mi, y a ella,
pidiendo lo caliente de sus yemas, lo suave de sus dedos
derritiendo mi cuerpo como cera, y uniendo de nuevo mis pedazos.
Y por eso el frío me gusta un poco, y antes no me gustaba...
...Antes no me gustaba porque estaba solo. Pero ahora me gusta el frío,
y a ella también, para poder abrazarme. Para poder abrazar, mi cuerpo frío.
Y tiritar no tanto, porque tiritar ya es un extremo.
Cuando tiritamos es hora de entrar de nuevo, y ahí si... abrazarnos.
Como si hubiesen pasado años en el balcón,
Como si mil y dos lunas hubiesen dominado la noche
y estuviésemos a punto de olvidarnos de ella, por tanto mirarnos a nosotros.
Mirarnos bien a los ojos, o mirarnos bien a los labios.
Y por eso nos gusta el frío, porque también, como la luna y el sol,
como el verano y la primavera, como su piel y mi piel,
se hace esperar, y cuando nos llama, cuando viene, se nota aquella su ausencia,
como cuando todo está perfecto, y se olvida uno de resguardar su fe.
Por eso nos gusta el frío, y tiritar no tanto, porque tiritar ya es un extremo,
Nos gusta el frío. Porque con las pieles frías, nos gusta abrazarnos.
Marcos Hillebrand.
"Y así, con la piel fría nos gusta querernos...
ResponderEliminarPor eso nos gusta el frío un poco."
Me encanta, este texto me pone la piel de gallina :)